VIUDEZ EN LAS PERSONAS MAYORES: EL PESO DE LA SOLEDAD

La importancia de enfrentar o sobrellevar de manera adecuada la soledad sólo fue tomada en cuenta a partir de los años ´50 del siglo pasado. Desde estos años se empezó a observar este estado de aislamiento desde la perspectiva psicológica, y sólo desde los ´80 se comienza a realizar y publicar investigación empírica de esta carencia de compañía, realzando su importancia como factor de la salud psicológica y física. Y también se empezó a dar más énfasis en el impacto de este estado en las Personas Mayores.

 

La vivencia de este estado o sentimiento es más común en la tercera y cuarta edad, pues suceden pérdidas importantes que afectan la vida cotidiana. Es probable que si se vive en esta etapa de la vida produzca cambios sociales, funcionales y cognitivos, y también problemas de salud en el plano físico, psicológico y social que afectan el desempeño diario.

 

Según Marta Rodríguez Martín, en su estudio “La soledad del Anciano”, “en el plano físico pueden producirse  debilidad del sistema inmunológico, dolor de cabeza, algunos problemas de corazón y digestivos, dificultades para dormir. En el plano psicológico puede ocurrir baja autoestima, depresión, alcoholismo, ideas suicidas. La consecuencia de la pérdida de la pareja es la que más aumenta, especialmente, la posibilidad de desencadenar trastornos psicopatológicos como la depresión o la neurosis. Por último, en el plano social presenta conductas como prejuicios sociales y otros”.

 

La soledad por viudez

 

En las Personas Mayores, la pérdida de la pareja, del compañero/a de vida, es el principal factor que puede generar la aparición de este sentimiento o vivencia de este estado. Las Personas Mayores que quedan en vida se encuentran de un momento a otro sin compañía y sin la afectividad diaria que le otorgaba la pareja. Cuesta mucho adaptarse a esta nueva situación de vida, viéndose solitario todo el día, teniendo que absorber sin ayuda los gastos del hogar y, también, las tareas domésticas cotidianas. Las conversaciones diarias se acaban, y un sentimiento profundo de una cierta invalidez se hace presente. Si es que la Persona Mayor viuda no cuenta con una red de apoyo familiar o externo, le va a ser muy difícil vivir el duelo en paz y con tranquilidad.

El sociólogo español Julio Iglesias de Ussel profundiza en la relación entre la afectividad de la pareja y el pesar por la pérdida. “Cuanto más unida esté la pareja, mayor será el impacto emocional de la muerte de uno de ellos sin que la presencia de otras personas alivie los sentimientos de soledad y tristeza. El modo como las personas viven el acompañamiento de la pareja al final de sus días es una variable importante para la elaboración posterior del duelo y de la soledad”, plantea.

En sincronía con la familia y las amistades del viudo/a, la sociedad en su conjunto debe ser la encargada de otorgar herramientas, espacios y atenciones especializadas para servir de soporte a la Persona Mayor. Ante todo, eso sí, debe sensibilizarse frente a esta realidad. El Estado, por su parte debe desarrollar programas terapéuticos de prevención y control de la soledad y la posible depresión que conlleva, poniendo énfasis en su temprana detección y prevención.

Un programa que ayuda mucho en este sentido es el Centro Diurno del Adulto Mayor, que ofrece asistencia psicológica a las Personas Mayores, y también en otras áreas de la salud y de lo social. Solo está presente en algunas comunas del país.

 

RECUADRO

 

La Soledad

 

La investigadora Soledad Madoz V., en su texto “10 palabras clave sobre los miedos del hombre moderno”, describe a la soledad como “el convencimiento apesadumbrado de estar excluido, de no tener acceso a ese mundo de interacciones, siendo una condición de malestar emocional que surge cuando una persona se siente incomprendida o rechazada por otros o carece de compañía para las actividades deseadas, tanto físicas como intelectuales o para lograr intimidad emocional”.

 

RECUADRO

 

La viudez desde la psicología: entrevista

 

Revista La Voz de los Mayores conversó sobre este tema con el psicólogo Estephano Garrido Ortiz (garridoestephano@gmail.com).

 

¿Una Persona Mayor, por el tema de la edad, está necesariamente más preparada para la partida de su compañero/a?

A pesar de que, por un tema de tiempo de vivencia, se puede asumir que una Persona Mayor esté más preparada o tenga más asimilado el proceso de pérdida de la pareja, lo cierto es que es siempre un golpe psicológico y emocional que es difícil de sobrellevar.

La muerte de la pareja debe ser uno de los procesos más dolorosos que puede vivir un ser humano, y es casi una obligatoriedad el pasar el proceso de duelo correspondiente. Y es que el factor más importante de esta pérdida es que la familia en la que uno nace no se elige, pero sí las parejas, por lo que perderla, es perder también una parte propia de ti.

Transitar por el mundo sin la certeza de nuestro fin o del que nos rodea, es algo que se da más comúnmente de lo que parece, por lo que estar preparado para un momento así, es en definitiva algo plenamente subjetivo y que jamás nos excluirá de vivir un duelo que si bien, puede ser llevadero, tendrá de todas maneras unos tintes melancólicos y de sufrimiento humano, lo que, convengamos, es completamente natural.

 

 

¿El estado de ánimo que produce la pérdida de una pareja en las Personas Mayores se asocia al desarrollo de algunos trastornos de la salud? ¿Cuáles son los más comunes?

Si bien todos los casos son únicos y cada persona tiene su propia forma de sobrellevar sus pérdidas, es altamente probable que tal vez no se generen trastornos como tal, pero sí episodios de declive anímico, tales como la depresión. Así mismo, también existe la posibilidad de que se contraigan malestares ansiosos y/o estresantes, donde existan sintomatologías relacionadas a la rutina.

Esta última debe ser una de las aristas más influenciadas por la pérdida de la pareja. La convivencia por muchos años genera inevitablemente un ambiente al que, como seres de costumbre, nos aferramos. De ahí que los trastornos anímicos influyan en nuestro día a día, cambiando nuestros hábitos alimenticios, nuestros hábitos de higiene e incluso, nuestros hábitos del sueño. Es en la intensidad en que estos son modificados, donde debemos tener nuestro ojo clínico afinado, para percatarnos si la variación de estos nos está trayendo problemas para poder desenvolvernos en nuestras rutinas, de ser así, siempre es recomendable poder buscar la ayuda pertinente.

 

En caso de este tipo de pérdidas, ¿una Persona Mayor se puede “morir por pena”?

En la literalidad de la frase “morir de pena”, podemos encontrar como respuesta un NO rotundo. Pero si podemos entender que está siempre la probabilidad de morir por las consecuencias que puede traernos la pena o la tristeza.

Es que las relaciones de pareja son siempre un complemento para la vida de las personas, por lo que la pérdida de esta puede desencadenar en la pérdida del sentido de la vida, una persona que sufre este despojo, tiende a abandonarse a sí misma. Se complementa esta reflexión con lo dicho anteriormente, de los cambios de hábitos que podemos vivir cuando perdemos a alguien importante.

Es así como la sintomatología depresiva u ansiosa, pueden desencadenar en el descuido propio, trayendo a sí mismo problemas físicos y psicológicos, que llevarían a padecer somatizaciones que conlleven al empeoramiento de la salud. Existe en las cardiopatías, el síndrome de Takotzubo (llamado así por unas trampas para pulpos que se utilizan en Asia), este malestar conlleva a que las personas que padecen penas o tristezas muy fuertes, sufran de una disfunción en los ventrílocuos del miocardio, dañándolo como si hubiese existido el registro de un infarto, es popularmente conocido como “el síndrome del corazón roto”, siendo este síndrome una de las pruebas más claras de que las emociones pueden desencadenar en malestares físicos y peligrosos para el ser humano.

 

¿De qué forma la familia y el círculo cercano del viudo/a lo pueden ayudar a sobrellevar la pérdida?

 

Como en toda circunstancia social, el apoyo de las redes es fundamental. En este sentido, la familia es una de las principales, puesto que son más cercanos a la empatía de la pérdida.

Para una persona que está pasando un duelo, es importante tener en consideración algunas cosas; lo primero es saber que los duelos pueden durar dentro de su normalidad, un año, esto debido a que es necesario hacer un recorrido psicológico de vivencias en las fechas importantes del año. Llegado el primer aniversario de muerte de la pérdida, es ideal estar atento a la evolución del duelo, para que no se vuelva patológico, aun así, es importante también que, si se ve la necesidad de ayuda psicológica para la persona, se le converse e incentive a ir a terapia, y no que se le lleve obligada. La efectividad de la terapia tiene un alto porcentaje en las iniciativas.

Por otro lado, es fundamental el poder estar haciendo presencia presente, siempre teniendo el cuidado de no caer en el hostigamiento y acoso frente al sufrimiento de pérdida de la Persona Mayor. Considerar que cada uno es diferente y va a sus tiempos, que es normal que sienta pena, nostalgia y melancolía, así como también que viva las etapas del duelo, desde la negación hasta la aceptación.

 

 

Algunos consejos para, en general, llevar el duelo por el fallecimiento de la pareja…

 

Consejos pueden ser muchos, y todos pueden venir desde la buena voluntad. Pero lo cierto es que hay que entender que todo proceso conlleva los tiempos propios de cada persona.

A pesar de que suene medio raro, el duelo es sano y natural, y el primer paso importante es poder aceptar el dolor y la pérdida. ¿Qué sería de la humanidad si fuese imperecedera? No tendríamos la capacidad de conmovernos, de poder apreciar el tiempo y tampoco de darnos los espacios necesarios para sentir el dolor.

Una de las partes más importante es darnos espacio para sentirlo y vivirlo sin ser juzgados. Para ello es necesario también ser paciente frente a esta sensación y hablar de nuestros sentimientos y sensaciones con completa libertad, hablar de la pérdida de la pareja, recordarla y pensarla, esto puede colaborar en el resignificar las emociones de la pérdida.

Importante también cuidarse, en referencia a no perder los buenos hábitos relacionados a la alimentación, al sueño y la salud física. También es importante mantener una rutina de sociabilización, no dejar de hacerse parte de instancias familiares, de amigos o vecinos.

Y por último, no apurarse respecto al proceso en general. Considerar que para estos procesos no hay apuros, ni hay presiones, solo hay que ir con calma, y poder filosofar respecto a que somos seres naturales, impermanentes, y que la muerte es parte de la vida, no el fin. Que tenemos nuestra propia manera de asimilar las pérdidas, más cuando son tan delicadas como una pareja. El amor siempre debe ser recíproco, y cuando es puro es trascendente, frente a esto, la muerte es solo un paso hacia otro estado, donde el amor va también.