VIDA ESPIRITUAL: SAN ALBERTO HURTADO (1901-1952), FUNDADOR DEL HOGAR DE CRISTO

Los jóvenes, los trabajadores y la pobreza fueron los ejes fundamentales del actuar de Alberto Hurtado. “´Dar hasta que duela´. Quizás esta frase define mejor que nada al Padre Hurtado, uno de los personajes más apasionantes de la Iglesia Católica contemporánea en Chile y en el mundo. Su profunda fe, su personalidad envolvente y atractiva, su capacidad de captar el cambio ideológico y cultural del tiempo que le tocó vivir y la vehemencia con la que desempeñó un sinnúmero de ocupaciones a lo largo de su corta vida, hacen de él una figura única”, es parte del relato contado por el sitio nacional Memoria Chilena (http://www.memoriachilena.gob.cl/602/w3-article-765.html).

 

Luis Alberto Miguel Hurtado Cruchaga nace en Viña del Mar en 1901. Su familia era una de las aristocráticas empobrecidas de la ciudad, realidad frecuente en esos años. A los cuatro años fallece su padre, y junto a su hermano menor y su madre se mudan a una casa en Santiago perteneciente a unos tíos. A los 22 años se recibe de abogado de la Pontificia Universidad Católica, aunque siempre su vida espiritual había sido muy fuerte y sentía con fuerza el sacerdocio, por lo que inmediatamente ingresa al noviciado de la Orden de los Jesuitas en la ciudad de Chillán.

 

Para ordenarse como sacerdote, es trasladado a Bélgica. Allí se especializa en el trabajo con jóvenes, una de sus grandes pasiones. En 1936 regresa a Chile, a Santiago, como sacerdote y doctor en Psicología y Pedagogía, y comienza un hermoso camino como profesor de religión en su ex colegio San Ignacio. Cinco años más tarde, es nombrado Asesor Arquidiocesano de la Juventud, cargo que reafirma su pasión por el trabajo con los jóvenes. Por estos años funda y crea la revista Mensaje, enfocada en dar una mirada cristiana dela realidad.

 

Los trabajadores también fueron foco de su preocupación y de su actuar. Estaba convencido que el pertenecer a un sindicato era una de las formas de mejorar su calidad de vida e instalar un orden social cristiano. Fiel a esta visión, funda la Asociación Sindical Chilena (ASICH). Esta visión le provocó duros roces con la aristocracia de entonces.

La lucha contra la indigencia fue su tercera causa. Su frase “Acabar con la miseria es imposible, pero luchar contra ella, es deber sagrado”, resume fielmente su pensar sobre esta triste realidad. Era común verlo en su camioneta verde recorriendo las calles recogiendo a niños, hombres, mujeres y ancianos en condición de indigencia. Esta labor es la que da origen al Hogar de Cristo, hospederías y hogares de niños y ancianos a lo largo del país que acogen a personas en esta situación de abandono. Esta obra es su máximo legado hasta nuestros días.

 

Un cáncer se llevó a este apasionado cura a la edad de 51 años. Debido a su asombrosa vida enfocada en los demás y su profunda convicción cristiana, el 16 de octubre de 1994 fue beatificado por el Papa Juan Pablo II. El 23 de octubre del 2005 el Papa Benedicto XVI canonizó al Padre Alberto Hurtado, declarándolo santo de la Iglesia Católica.