SALUD

LA CULTURA ANTI SENIL EN CHILE

Estephano Garrido Ortiz, psicólogo (garridoestephano@gmail.com).

Un fenómeno que crece poco a poco bajo nuestras narices y que indica lo inconsciente que es la sociedad respecto a los procesos demográficos que estamos viviendo.

 

El mundo está envejeciendo. Por primera vez en mucho tiempo nos encontramos con un fenómeno que parecía descontinuado. Las constantes guerras del siglo pasado, más las batallas desarrolladas antes del 1900, mantenían al mundo en un constante recambio de gente. Enfermedades, pandemias, la muerte en combate, y las consecuencias médicas que seguían posterior a los desastres que la humanidad vivía, mantenían a la población en un rango demográfico joven y adulto.

 

Pero ya van más de 70 años de una tensa paz en el mundo, recientemente el planeta sobrepasó los 8.000 millones de habitantes y la medicina ha conseguido un avance tan grande en tan poco tiempo, que, en conjunto con la explosión de la tecnología, vemos a las generaciones mayores elevándose en su calidad de vida y proyectado un estimativo de vivir por sobre los 80 y 90 años. Es así como las estadísticas han lanzado cifras que llevan al mundo en el 2050 a tener un no menor 25% de personas sobre los 60 años.

 

Chile no está ajeno a ello, y a pesar de que la nación no alcanza aún el rango de país desarrollado, si ha logrado extender la expectativa de vida al igual que muchos países del mundo, lo que nos estima que para el 2050, a lo largo de toda la franja, tengamos un 30% aproximado de nuestros habitantes sobre los 60 años.

 

Es por eso que nos vemos no solo en una revolución demográfica, también nos vemos sumergido en una imparable e inevitable revolución cultural. Acá surgen las preguntas sobre ¿qué está haciendo el país para adaptarse?

Las políticas de estado respecto a las personas mayores avanzan significativamente, y es visible que los organismos encargados como SENAMA, colaboran en ello, implementando constantemente programas por ellos mismo o para poder ser aplicados e impartidos por las municipalidades de todo Chile. Junto con ello, las medidas legales respecto a los derechos humanos de las personas mayores también han cobrado fuerza, estas se seguirán volviendo importantes a medida que esta revolución avance.

 

Pero paralelamente a las implementaciones que el estado pueda hacer respecto a las necesidades de las personas mayores, hay otro fenómeno que aparece muy sigilosamente y que se potencia de los avances tecnológicos actuales y la demanda social de la inmediatez, me refiero a la cultura anti senil.

 

Entendamos primero que el concepto de “senil” hace referencia a los grupos etarios mayores de 60 años, por ende, también podemos hacer referencia a un rango demográfico. Es por este motivo que muchos profesionales de la gerontología se molestan al escuchar el concepto de “demencia senil”, porque no existe como tal, lo que existe es la demencia y todas sus aristas, pero el agregado de senil está demás, porque va ligado derechamente a un concepto demográfico, sería como decir “un resfriado senil” “una amigdalitis senil”, etc.

 

Teniendo esto ya en consideración, podemos apreciar otro factor social, la necesidad de inmediatez. Todo hoy en día debe realizarse de manera rápida, caminar, pedir comida, conducir, comprar en algún supermercado, leer, entender, comprender, empatizar, todo debe pasar lo más rápido posible. 

 

Este fenómeno deja a entre ver un ala discriminatoria, porque dentro de tanta rapidez ¿quién piensa en las generaciones se criaron análogamente?, es ahí donde aparece el concepto de cultura anti senil. Pero este fenómeno no lo vemos solamente en las instancias donde la digitalización golpea fuerte, cómo hacer trámites, sacar horas médicas o pagar cuentas.

 

También lo podemos ver, por ejemplo, en la infraestructura de las ciudades; faltas de barras de sujeción, pavimentación en mal estado, poca duración del tiempo de los semáforos, escases de ramplas para accesibilidad, baja cantidad de estacionamientos y asientos preferenciales en los transportes, en la eliminación de cajeros e implementación de auto servicio, la jubilación de los teléfonos domésticos, el escaso uso del efectivo y la pésima mantención e implementación de ascensores.

 

Estos son solo aspectos de una cultura que, si bien es consciente del escaso tiempo que le queda antes de verse rodeado de personas mayores, también se ve al debe respecto a cómo abordar una revolución demográfica que es difícil de adaptar, todo esto debido a que es primera vez en siglos que nos vemos en una circunstancia así.

 

¿Qué hacer entonces? Es una buena pregunta que probablemente presente respuestas ambiguas. Pero creo que la mejor opción para una cultura que necesita reubicarse y resignificarse, es que las personas mayores logren tomar el lugar que les corresponde relacionado a la prioridad sistemática para muchos aspectos de la sociedad.

 

El aspecto prioritario no va relacionado al asistencialismo, sino a la dignidad. Un sistema debilitado respecto a las necesidades prioritarias de las personas mayores es un colaborador silencioso de la expansión del concepto anti senil. Para ello, sería bueno poder ser consciente de la demanda social, de la necesidad económica y del mundo emocional de las personas mayores, todo esto es una misión en la que el estado se ve carente. Cuando hablamos de dignidad a las personas mayores no hablamos solo de lo evidente, como las pensiones dignas, el buen pasar en los servicios de salud, una familia estable, redes que puedan ser una buena colaboración o poder cubrir las necesidades básicas como los suministros de agua y luz.

 

También hablamos de darles el espacio que merecen en la sociedad, la posición no privilegiada si no que merecida, donde puedan percatarse de que el mundo se adapta a su propia etapa del desarrollo. Esto incluye posturas tan importantes como el acompañamiento, la escucha activa, la integración, el fomento de la sociabilización, lo que incluye obviamente la participación social, la construcción de esta y el libre derecho de la opinión.

 

Hay un maltrato a las Personas Mayores relacionado a esto último, la opinión. La velocidad del desarrollo social ha hecho creer a muchos jóvenes, tanto por influencia ambiental como familiar, que las personas mayores no saben de lo que hablan, no entienden los tiempos actuales o no son capaces de comprender las circunstancias que agitan esta sociedad. Existe un dicho italiano que dice: Quién camina lento llega lejos.

 

Probablemente esta cultura anti senil se verá colapsada con su propio ritmo, tendrá entonces un punto de quiebre que los llevará a replantearse las cosas, se darán cuenta de su ritmo agitado y de lo difícil que es sobrellevar tantas cosas con tan poco, tanta responsabilidad en espacios tan irresponsables, necesitaran de las personas mayores, de su sabiduría y su forma de como sobrellevar las cosas, para cuando el mundo se percate de esta realidad, se verán rodeados de ellos.

 

Esperemos que para entonces las cosas hayan mejorado, que este concepto de la cultura anti senil sea cosa del pasado y que al fin tengamos una sociedad inclusiva no solo en los aspectos más estéticos y éticos, sino que también en aspectos trascendentales del ser humano, como lo es la etapa de la senectud, donde cada paso se vuelve un escalón, y para eliminar esta mala cultura, tenemos que subir la escalera entre todos.